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Alimentación natural cocida: lo que necesitás saber

En esta página vas a encontrar información clara y práctica sobre la alimentación natural cocida y sobre cómo usar las viandas KORA para acompañar la salud de tu compañero de cuatro patas. Nuestro objetivo es ayudarte a entender qué cambia cuando dejás atrás el ultraprocesado, qué beneficios podés esperar y cómo hacer la transición de la forma más amable posible para su cuerpo.

Te recomendamos recorrer los distintos apartados según tus dudas: cómo cambiar de alimento, cuántas veces al día ofrecer la comida, cómo servir las viandas, cuándo conviene rotar menús y en qué situaciones se necesita una evaluación nutricional especial.

Índice de secciones


¿Por qué elegir una dieta natural cocida?

Cuando un perro pasa de comer ultraprocesados a una dieta natural cocida, no sólo cambia lo que hay en su plato: cambia la forma en que funciona todo su organismo. Al usar ingredientes reales, de consumo humano, cocinados de manera adecuada, el cuerpo puede reconocer mejor los nutrientes, digerirlos con más facilidad y aprovecharlos de forma más completa.

Muchos tutores notan que sus perros empiezan a hacer menos cantidad de materia fecal, con mejor consistencia y menos olor. También suele mejorar el aliento, disminuye el olor corporal y se reducen los episodios de gases o digestiones pesadas. Todo esto es consecuencia de una digestión más eficiente y de una microbiota intestinal (las bacterias “buenas” del intestino) que empieza a funcionar de manera más equilibrada.

A nivel energía, una dieta basada en proteínas de calidad, grasas adecuadas y carbohidratos bien preparados ayuda a que el perro tenga un nivel de vitalidad más parejo a lo largo del día: menos picos, menos bajones, más estabilidad. Muchos tutores describen que sus perros se ven “más livianos”, con ganas de jugar, pero a la vez más tranquilos y satisfechos después de comer.


Transición desde alimento balanceado a comida natural cocida

El cuerpo no cambia de rutina alimentaria de un día para el otro sin avisar. Aunque algunos perros toleran muy bien un cambio directo, en la mayoría de los casos es recomendable hacer una transición gradual.

La forma más amigable de hacerlo es una transición lenta de unos diez días. En ese período se va reduciendo de a poco la cantidad de alimento anterior y, al mismo tiempo, se incrementa la porción de la nueva dieta natural cocida. De esta manera, el sistema digestivo se va acostumbrando, la microbiota se adapta a los nuevos ingredientes y disminuye el riesgo de diarreas, vómitos o rechazo.

En perros sensibles, con historial de problemas digestivos, alergias o patologías gastrointestinales, este camino lento suele ser la mejor opción. También puede acompañarse, en algunos casos, de una dieta casera base sencilla (carne magra cocida y algunos vegetales suaves) durante los primeros días, siempre respetando los volúmenes recomendados por el plan de alimentación.

La transición rápida —cambiar de un día para el otro— también es posible, sobre todo cuando se pasa de una dieta muy procesada a una opción natural, más digerible. En esos casos, lo habitual es observar pequeños cambios en las heces o en el ritmo digestivo durante unos días, que suelen resolverse solos. Lo importante es observar al animal, acompañar este proceso de adaptación y, ante cualquier síntoma intenso o persistente, consultar al veterinario.

Si tenés dudas sobre cómo hacer la transición, escribinos. Estamos para acompañarte y ayudarte a elegir el mejor camino para tu compañero.


Frecuencia y horarios de alimentación

Con las dietas cocidas, la digestión suele ser más rápida que con los alimentos secos. El estómago se vacía antes, los nutrientes se absorben mejor y, lógicamente, la sensación de hambre reaparece más pronto. Por eso, la recomendación general con comida cocida es ofrecer por lo menos dos comidas al día, separadas por unas 10 a 12 horas.

En cachorros, el panorama es distinto: durante los primeros meses de vida necesitan más comidas diarias porque su demanda energética es muy alta y su estómago es pequeño. A grandes rasgos, se puede pensar en cuatro porciones diarias entre el primer y sexto mes, tres comidas hasta el año, y luego pasar a dos comidas diarias en la etapa adulta y senior. A partir de ahí, lo más importante es ajustar según cómo se sienta el perro, su nivel de actividad y su estado general de salud.

Los perros muy activos o deportivos pueden beneficiarse de dividir la ración en más momentos del día, por ejemplo una comida más liviana antes de la actividad y otra principal después. En cambio, en perros con tendencia al sobrepeso, suele funcionar bien una distribución tipo 60/40 (más cantidad durante la mañana y un poco menos a la tarde o noche), o simplemente dos tomas equilibradas que respeten siempre la cantidad total diaria recomendada.

El objetivo no es llenar al perro cada vez que pida, sino encontrar una frecuencia que le permita hacer una buena digestión, descansar entre comidas y mantener un metabolismo estable.


Cómo ofrecer las viandas cocidas

La forma en que se presenta el alimento también influye en cómo se siente el perro después de comer. Las viandas cocidas no deberían servirse frías directamente de la heladera o del freezer. Lo ideal es que estén tibias o a temperatura ambiente, cercanas a la temperatura corporal. De esta manera, el estómago no recibe un “golpe de frío”, la digestión es más amable y el aroma del alimento se percibe mejor, lo que aumenta la aceptación.

Un hábito muy útil es agregar un poco de agua tibia al momento de servir. Esto ayuda a atemperar la comida, mejora la hidratación diaria y permite que el olor se libere con más intensidad. Es especialmente importante en animales que no suelen beber mucha agua por sí mismos.

También suma mucho cuidar el entorno: un lugar tranquilo, sin peleas ni competencia con otros animales, siempre con recipientes limpios (idealmente de acero inoxidable o cerámica) y horarios más o menos regulares. Los perros se anticipan a la comida a través de rutinas, sonidos y olores; si la experiencia es calma y agradable, la digestión también lo será.


Rotación de menús y equilibrio nutricional

En la naturaleza nadie come exactamente lo mismo todos los días. La rotación de proteínas e ingredientes permite que, a lo largo del tiempo, el cuerpo reciba un abanico más amplio de nutrientes. Con viandas estandarizadas, cada receta está pensada para cubrir las necesidades diarias, pero la combinación a lo largo de semanas suma todavía más.

Alternar entre pollo, carne vacuna y cerdo ayuda a prevenir monotonías, favorece un mejor perfil de aminoácidos, grasas y micronutrientes, y puede contribuir también a que el perro se mantenga interesado en la comida. Lo importante no es que cada plato individual sea “perfecto”, sino que el conjunto de lo que come en el día y a lo largo de los días resulte equilibrado.


Situaciones que necesitan un plan nutricional especial

No todos los perros pueden comer la misma dieta. Hay casos en los que una receta estándar —aunque sea natural y de buena calidad— no es la opción adecuada para ese momento de su vida.

Animales con enfermedad renal crónica, problemas hepáticos, diabetes, trastornos urinarios con formación de cristales o cálculos, alteraciones hormonales (como Cushing o Addison) o alergias alimentarias severas necesitan planes nutricionales específicos. En estas situaciones, la dieta debe ser diseñada o supervisada por un veterinario especializado en nutrición, que evalúe si se puede adaptar una fórmula existente o si es necesario planear algo a medida.

Esto no significa que la comida natural sea “mala” para ellos, sino que su cuadro clínico requiere otra estrategia. Por eso es tan importante que las familias comenten antecedentes de enfermedades antes de cambiar de dieta y que cualquier adaptación se haga con respaldo profesional.


Cambios esperables en las primeras semanas

Al cambiar de una dieta ultraprocesada a una comida natural cocida, el cuerpo del perro entra en una etapa de reorganización. Es frecuente que, durante los primeros días o semanas, se vean cambios en las heces (distinta consistencia, color u olor), variaciones en la frecuencia de deposiciones, un pelaje que empieza a mudar o a tomar brillo de a poco, y cambios en la energía diaria.

Algunos perros bajan un poco de peso al principio, sobre todo si venían de dietas muy cargadas de sodio y carbohidratos; en esos casos, la “pérdida” suele ser de líquidos retenidos más que de músculo. Con el tiempo, lo que se busca es una silueta mejor definida, un tono muscular más evidente y menos inflamación general.

Es importante que el tutor sepa que estos cambios forman parte de un proceso de adaptación normal. Observar, registrar y hacer ajustes suaves suele ser la mejor estrategia. Si algo preocupa o se prolonga demasiado, siempre es mejor consultar con el veterinario.


Conservación y manipulación segura

Como cualquier alimento fresco, las viandas cocidas necesitan una correcta conservación para mantener su calidad y seguridad. Lo ideal es almacenarlas congeladas, respetando la cadena de frío, y descongelarlas en heladera con anticipación. Una vez descongelada, la vianda debe consumirse en el tiempo recomendado y no volver a congelarse.

Evitar el microondas para calentar directamente la porción también ayuda a que la distribución de temperatura sea más pareja y no se formen zonas demasiado calientes. Calentar al baño maría, o dejar atemperar fuera de la heladera y luego complementar con un poco de agua tibia, suele ser una práctica segura y respetuosa con el alimento.

Una buena manipulación no sólo cuida la salud de nuestro compañero, sino también la de las personas que conviven con él, especialmente si hay niñas, niños, personas mayores o con defensas bajas en el hogar.